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PRÓLOGO
de Ainhoa Rebolledo

Hace mucho que no se discute (ni fuerte ni débilmente) sobre la utilidad o no utilidad de internet. Ya se da por hecho que está bien, que vale, ¡qué viva el progreso! y ahora, cuando se habla (no ya discute) se hace sobre la adicción a la mensajería instantánea (en sus múltiples formas y variantes) y de por qué no me contesta si tiene el móvil y TODO el internet con sus MÚLTIPLES redes sociales en el bolsillo y no le cuesta nada –cero céntimos– contestarme a uno –al menos uno– de los ochenta y cuatro (84) mensajes que le he enviado. y por qué le has enviado ochenta y cuatro (84) mensajes, maldita loca, pues si me hubiera contestado a dos o tres primeros mensajes no hubiera tenido que escribirle los otros 80 preguntándole primero por qué no me contestas, después si es que ya no me quieres, acaso estás muerto y luego ya al final procedí al insulto. Al final resultó que no tenía conexión de red y cuando vio los ochenta y cuatro (84) mensajes me contestó con un claro, escueto, directo y único “estás loca o qué”.

Otra de las adicciones y dependencias físicas y mentales que hemos de agradecer a internet en particular y al siglo XXI en general son los blogs y mal llamados “revistas literarias”. Sufrimos un exceso de información, más bien de existencia de blogs de pseudo-crítica literaria, ¡dadme una cuenta de blogger y me haré catedrático de literatura comparada! , blogs de pseudo-moda, ¡dadme un cualquierchorrada.blogspot.com, dadme una cámara digital que me pongo mis trapillos y seré una trend-setter –sea lo que sea una trend-setter!

Y yo, con lo mucho que odio las revistas digitales –podemos llamarles blog de una vez, por favor– voy y me encuentro participando en esta maravilla de Colla –que sí que es una revista digital, por una vez, gracias–, donde entiendo lo que quiero porque está en italiano y me alegra saber que, damas y caballeros, a continuación vienen los españolitos, las auténticas promesas de la literatura española actual –chúpate esa Carlos Ruiz Zafón– bien guapos, elegantes y traducidos al italiano. Los españolitos traemos siestas y relatos sobre el nuevo drama, sobre la miseria real –los veranos teniendo catorce años, los patinetes del centro de Barcelona, viajes a Venecia en busca de lo perdido– y nada de ciencia ficción ni juego de tronos –un poco de abandono de gatos, eso sí– ni de absurda poesía sino HERMANAS QUE SE SUICIDAN, y más miserias. Y desolación.

¡Aquí estamos! Leednos bien fuerte, que es intensamente gratis. Si existiera únicamente la edición en papel de este número lloraríais muy fuerte por la pésima distribución –eso siempre y cuando os decidierais a comprarla, que estamos todos muy achuchadicos. ¡Qué disfrutéis!

Ainhoa Rebolledo


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